Rene Caisse

La enfermera que descubrió cómo curar el cáncer.

 

 

La historia de René Caisse es extraordinaria, conmovedora y dolorosa al mismo tiempo, ya que dedicó toda su vida a curar de manera altruista a millones de enfermos terminales de cáncer, ante los atónitos ojos de la comunidad científica y los organismos gubernamentales, que hicieron todo lo posible por silenciar las voces de sus pacientes y sus declaraciones juradas y por ocultar sus increíbles hallazgos al mundo.


Antes de que las “pruebas científicas” se instaurasen en nuestra sociedad como baremo indiscutible, las civilizaciones utilizaban el método empírico, es decir, la experiencia de la prueba real aplicada en miles de personas con resultados evidentes.

 

Este es el caso del ESSIAC (Caisse al revés), una mezcla de hierbas que la canadiense René Caisse utilizó para curar a miles de personas con cáncer obteniendo resultados milagrosos, según la voz de los médicos y científicos con los que trabajo, y de los innumerables pacientes a los que trató.

 

Pero los organismos gubernamentales no se pusieron de su parte, ni apoyaron los estudios clínicos de sus hallazgos porque ello perjudicaba seriamente los intereses económicos de la industria farmacéutica, según el Dr. Gary Glum, autor de “La llamada de un ángel”, en el que registró la experiencia extraordinaria de esta mujer que curó de manera altruista y sin cobrar jamás, a miles de personas.


El descubrimiento de una cura para el cáncer

René Caisse trabajaba como enfermera en Ontario en 1920, cuando escuchó a una paciente de cáncer hablar de una fórmula de hierbas que le había proporcionado un indio nativo canadiense de la tribu Ojibwa, y que, según aseguraba, había utilizado para revertir su cáncer.

 

La enfermera anotó la fórmula de hierbas y a lo largo de los años siguientes, trató con ella a diferentes familiares afectados por esta enfermedad, siempre bajo la supervisión y aprobación de sus respectivos médicos. Tan extraordinarios fueron los resultados, que con el paso del tiempo, cada vez más médicos solicitaban su ayuda a la hora de tratar enfermos de cáncer por los que ya nada se podía hacer.


La petición para oficializar la cura

 

Tras presenciar los milagrosos resultados, ocho médicos firmaron una petición al Departamento Nacional de Salud y Bienestar en Ottawa, para que permitiesen a René Caisse ejercer la medicina y tratar a pacientes enfermos de cáncer con la fórmula de los Ojibwa. A los pocos días de recibir la petición, el Departamento de Salud y Bienestar envió a dos personas para que arrestasen a René por ejercer la medicina sin licencia, algo que no pudieron llevar a cabo cuando descubrieron que René trabajaba con nueve de los físicos más eminentes de Toronto y siempre bajo su petición y atenta observación. Según las propias palabras de René “este fue el principio de 50 años de persecución por parte del gobierno y de la profesión médica”.


Las pruebas científicas

 

Ni a los organismos gubernamentales ni a la industria farmacéutica jamás les interesó que se llevasen a cabo verdaderos estudios científicos que confirmasen el beneficio de esta fórmula de hierbas en la curación del cáncer, de modo que no se llevaron a cabo. Es más, René mantuvo secreta su fórmula porque estaba convencida de que, en cuanto se hiciese pública, el gobierno se encargaría de prohibir las hierbas para que los enfermos no tuviesen acceso a una cura económica del cáncer, ya que ello perjudicaría seriamente los intereses de la industria farmacéutica.

 

Sin embargo, la propia René llevó a cabo sus estudios clínicos a petición de eminentes investigadores como el Dr. W.C. Arnold, el Dr. Norich y el Dr. Lockhead. Entre 1928 y 1930 realizaron experimentos con ratones en el Christie Street Hospital de Toronto, así como en el laboratorio que la enfermera había instaurado en el sótano de la casa de su madre. En todos los casos el resultado fue el mismo: a los nueve días de tomar ESSIAC, el cáncer dejaba de invadir los tejidos.

 

Es más, el propio Dr. Frederich Banting, Director del Departamento de Investigación de la Universidad de Toronto, famoso por haber descubierto la insulina, le dijo: “No le voy a decir que tiene usted una cura para el cáncer, pero posee más evidencias científicas sobre un tratamiento beneficioso contra el cáncer que cualquier otra persona en el mundo”.


La lucha de René Caisse

René Caisse trabajaba 12 horas diarias como enfermera y después atendía a cientos de pacientes en su apartamento.

Al final decidió abandonar su trabajo como enfermera para dedicarse en exclusiva a sus pacientes y sus investigaciones.

Con el paso del tiempo perdió la cuenta de las veces en las que fue demandada por tratar pacientes sin licencia médica.

Demandas de las que, gracias al apoyo de numerosos médicos y científicos, salía exculpada, siempre y cuando trabajase bajo la supervisión de aquellos y siempre y cuando no cobrase nada por sus servicios.

René Caisse aseguraba que lo único que ella deseaba era demostrar el mérito de ESSIAC y conseguir que fuera aceptado por la comunidad médica para que el mundo entero pudiera beneficiarse.

 

Te dejo uno de los muchos enlaces que puedes encontrar en internet, sobre el manifiesto que ella misma escribió, donde relata en detalle, su incansable lucha y la terrible persecución que sufrió:

 

http://www.healthfreedom.info/I%20Was%20Canada%27s%20Cancer%20Nurse.htm

 


Una clínica para el cáncer

En 1934, René Caisse recibió una oferta del Ayuntamiento de su ciudad natal, Bracebridge, para abrir un hospital y tratar allí a sus pacientes de cáncer bajo la responsabilidad del Dr. Alfred Bastedo, quien también había quedado fascinado con los resultados que él mismo había podido comprobar con sus propios ojos. La placa decía “Clínica de Cáncer”.

Con la ayuda de amigos, familiares y pacientes, René amuebló las instalaciones y allí recibió a miles de enfermos que venían de lejos para ser tratados.

En este punto, René estaba convencida de que por fin el ESSIAC se aceptaría como tratamiento reconocido por la profesión médica.

Pero en seguida comprendió que, en realidad, había un esfuerzo deliberado y organizado para que no se descubriese ninguna cura para el cáncer, mucho menos si se trataba de una cura barata y accesible, descubierta por una enfermera, mujer, independiente de organismos públicos y sin financiación alguna.

 

A partir de aquel momento, numerosos médicos, oncólogos y científicos de EEUU propusieron a René abrir distintas clínicas por el país, invitaciones que ella declinó, pues quería vivir en su ciudad natal y conseguir la aprobación legal de su tratamiento. 

En 1938 se presentó una carta al gobierno exigiendo la legalización del ESSIAC, con el apoyo de los principales responsables de los dos partidos políticos opuestos en la Asamblea Legislativa. Había 59 votantes en la Asamblea; la petición falló por 3 votos.

Según ella misma contaba, esta Comisión estaba manipulada por determinado grupo influyente de médicos que amenazaban con retirar su apoyo si se permitía la licencia.

 

René Caisse cerró su clínica y la reabrió bajo la petición expresa del Primer Ministro de Ontario y, aunque cada cierto tiempo se reunía con los Ministro de turno para pedir una nueva solicitud apoyada por médicos, científicos y pacientes, la Comisión a penas recibía a alguno de ellos y siempre presentaba la misma respuesta: “Después de un cuidadoso examen de toda evidencia recogida y analizada y sin olvidar el hecho de que los pacientes, o un gran número de los que se han presentado ante la Comisión, se han sentido beneficiados por el tratamiento que han recibido, la Comisión opina que la evidencia no justifica ninguna conclusión favorable sobre el mérito de ESSIAC como remedio contra el cáncer”.

 

Así concluía René Caisse su odisea para legalizar el ESSIAC en un manifiesto que ella misma redactó sin fecha: “El Primer Ministro, el Ministro de Salud y más tarde el Comisionado del Cáncer y los abogados de Ontario recibieron cientos de cartas y súplicas de pacientes y sus médicos con respecto a ESSIAC. Muchas de las 55.000 personas que firmaron la defensa de la petición para reconocer y legalizar mi tratamiento, también escribieron cartas. El Comisionado del Cáncer, apoyado por ciertos grupos de médicos, hizo oídos sordos ante las apelaciones y utilizaron las mismas interpretaciones parciales que habían otorgado a otros tratamientos indicados contra el cáncer, que no estuviesen limitados por su aprobación quirúrgica, radiación y drogas tóxicas”.


El final de Rene Caisse

René Caisse cerró las puertas de su clínica en 1941 y se trasladó a vivir a North Bay.

Cuando cumplió 90 años entregó su fórmula, al entonces, Teniente Gobernador Pauline Mcggibon. Murió en 1978, en inexplicables circunstancias, de las cuales no quieren dar información.

 

En una entrevista realizada por Elisabeth Robbinson al Dr. Gary Glum, éste asegura que el Ministerio Canadiense de Salud y Bienestar quemó todos los documentos de René Caisse en la parte trasera de su casa, según su opinión, para que esa información no llegara jamás a manos del público o la prensa, ya que, al igual que René Caisse, habían llegado a las mismas conclusiones que ella: que el ESSIAC cura el cáncer.

La plaza central de Bracebridge luce una estatua en honor a su obra.